Dora Gil tenía solo 32 años de edad cuando le diagnosticaron cáncer de mama en estadio III por primera vez. Si bien vivía en Guatemala, tomó la decisión de venir a Houston para buscar una segunda opinión. Durante años, voló hasta Houston desde su país natal para tratar las recidivas de la enfermedad.
En 2003, se mudó a Houston. "No puedes hacer nada cuando tomas decisiones por necesidad", afirma. "Vivimos el día a día. Aprendes a hacerlo. No hay opción... debes lidiar con eso".
En 2012, buscó ayuda en Harris Health System. La prueba de BRCA de Dora arrojó un resultado positivo, lo cual confirmó que se enfrenta a un riesgo mucho mayor de padecer cáncer de mama u ovario en comparación con la población general. La operaron en Ben Taub Hospital para extraerle el útero, los ovarios y la mama izquierda.
Cuando recibió el diagnóstico por primera vez, Dora sintió que esa era su sentencia de muerte. Fue difícil mantener una actitud positiva, por eso se mantuvo ocupada. "El cáncer quedó atrás ahora, pero me llevó 21 años. Existe el miedo de que el médico encuentre algo más, pero debo tratar de reconciliarme con la situación. Eso pone la vida en perspectiva", dice.
"Harris Health es una bendición. No tengo palabras para expresar mi agradecimiento. Gasté todo mi dinero en un tratamiento antes de llegar aquí, y la atención médica recibida en Harris Health superó al tratamiento anterior".
El esposo de Dora, un técnico radiólogo, realiza pruebas no destructivas en el campo de la energía. Su hijo administra una asociación de propietarios. Ella asistió a la facultad de abogacía en Guatemala antes de enfermarse; pero después del diagnóstico, tuvo que empezar a trabajar para pagar el tratamiento. "Solía mantenerme activa y gozar de buena salud. El cáncer me quitó algo de eso. Y dejé de hacer algunas cosas porque necesitaba trabajar. No tuve opción.
Mi familia fue mi gran motivación. La primera vez que recibí el diagnóstico, mi hijo tenía 8 años de edad. Rezaba para verlo cumplir 13. Ahora, está casado y tiene tres hijas.
Tuve algunos días oscuros, pero mi hijo me salvó. Él era tan pequeño que yo tenía que seguir luchando. No hay forma de explicar la energía y la fuerza que vienen de tu interior. Incluso en el momento más oscuro, siempre hay esperanza", dice.