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Mirtha Retes

Mirtha Retes lagrimea cuando habla del cáncer que atraviesa; por eso, su marido, Cesar Vigil, habla por ella: "Ella es mi vida, mi corazón". Además de ser su vocero, es su compañero constante y proveedor de atención.

Mirtha y Cesar se mudaron a Houston desde Perú en 2016. Ambos trabajaron en Chick-fil-A cuando comenzaron su vida en Estados Unidos. Algunos meses después de su llegada, Mirtha se detectó un tumor en la mama derecha. Creyó que no era nada, y dado que su alimentación había cambiado con la nueva vida, pensó que quizás se trataba de grasa localizada. Pero al mes siguiente, apareció otro tumor. Era más grande y le dolía.

Averiguó el precio de una mamografía, pero al no contar con un seguro, no podía pagarla. Alguien le sugirió que fuera a The Rose. Los resultados fueron devastadores: cáncer de mama en estadio III, la misma enfermedad que le había arrebatado a su madre. Mirtha culpó el estilo de vida de EE. UU., pero un amigo le dijo: "No culpes a este país. Gracias a Dios estás aquí, donde te puedes tratar".

Hoy, Mirtha hace eso: le agradece a Dios por Harris Health System, donde el tratamiento estaba disponible. Tuvo que hacer quimioterapia durante siete meses en Smith Clinic; y luego debió someterse a una cirugía en Ben Taub Hospital. Como el cáncer que padece es genético, los médicos le recomendaron extirpar las dos mamas y los ovarios. Antes de la última cirugía, le hicieron radioterapia.

Mirtha se entristece por el cáncer que padece y depende de su marido y sus hijas de 21 y 11 años de edad, quienes le dan apoyo y fortaleza.

"Estamos muy agradecidos con Harris Health", dice Cesar. "El médico y el personal tuvieron mucha paciencia para responder todas nuestras preguntas. Nos explicaron los efectos secundarios, qué debíamos esperar y cómo manejarlos. Me sentí muy mal por ella, pero estoy orgulloso de su fortaleza. Ella no se iba a rendir".

Eso es porque Mirtha mira hacia el futuro. Está ansiosa de volver a trabajar y de darles a sus hijas la vida que jamás hubieran tenido en Perú.

Ahora, Cesar y su hija mayor trabajan en H-E-B. Cuando la familia alcance una seguridad financiera, ella comenzará a estudiar. La hija menor se adaptó bien a la escuela y a la vida en este país.

Mirtha alienta a las demás personas que tienen cáncer y les dice: "Sean fuertes. Con fe todo es posible. Tengan la seguridad de que pueden lograr todo lo que se propongan". Cesar piensa que las mujeres deben recibir información sobre el cáncer de mama, especialmente si hay antecedentes en la familia. Él y Mirtha les pedirán a sus hijas que se sometan a una prueba de detección cuando tengan 25 años de edad.

 
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