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Shelia Doyle

A mediados de 2018, Shelia Doyle se acercó a la sala de emergencias porque sentía un tumor en su mama derecha. Le dijeron que era un quiste y la enviaron a su casa. Esa misma escena se repitió antes de que viera a su obstetra, quien la envió a realizarse una mamografía y un ultrasonido. En esos estudios, el especialista de diagnóstico por imágenes decididamente le dijo: "Tiene cáncer. ¿Tiene alguna pregunta?".

"Sentí como si un montón de ladrillos me cayeran encima", cuenta. "Solo podía llorar. Mi esposo me decía 'Lo superaremos'. Sentí que todas las probabilidades estaban en mi contra. Soy una mujer de color de más de 45 años, pero premenopáusica. Y fui la primera de mi familia en tener cáncer".

Una amiga le sugirió que se acercara al Harris Health System. Programó una cita en el Strawberry Health Center, donde la derivaron a la Smith Clinic para que le realizaran un ultrasonido y una mamografía. Definitivamente era cáncer, y en estadio IIIB. Los médicos, preocupados porque hubiera hecho metástasis, le indicaron una serie de exámenes.

Comenzó con seis ciclos de quimioterapia en el Lyndon B. Johnson Hospital. La mastectomía de una de sus mamas fue una cirugía de seis horas, porque el cáncer era de gran malignidad y había llegado a la pared de la caja torácica. Tras la recuperación, comenzó 33 tratamientos de radiación en la Smith Clinic.

Shelia finalizó el tratamiento en julio. Después de su primera mamografía de seguimiento, su oncóloga emitió las palabras que esperaba oír: no quedaba evidencia de la enfermedad.

"Se puede atacar por completo la enfermedad, pero los efectos secundarios no siempre son evidentes", cuenta. "No los esperamos". Tiene linfedema (hinchazón del brazo), esclerodermia (endurecimiento de la piel) y daño en los pulmones. "De todas formas, le agradezco a Dios por estar aquí para contar mi historia".

Shelia lleva un estilo de vida cuidadoso. "Siempre he sido fóbica de los gérmenes, pero quiero mantenerme activa, así que llevo paños de Clorox a todos lados. Cuido lo que como. Limito mi ingesta de refrescos, como más vegetales y frutas y evito los alimentos fritos".

La familia fue importante para la recuperación de Shelia. Para su primera sesión de quimioterapia, su familia vino de Dallas para acompañarla. Para la última infusión, estuvo rodeada por su esposo, su padre y sus cuatro hermanos. Sus dos hijos "se aseguraron de que hubiera alguien conmigo para cada tratamiento".

Cree que su equipo de atención médica fue el mejor. "Mi oncólogo, el Dr. Oluchi Oke, fue excelente. Sabían todo lo que podía llegar a esperar y me explicaron todo. Sus consejos siempre fueron acertados. Por ejemplo, me dijeron que la piel sanaría tres semanas después de la radiación. Y así fue".

Espera ansiosa un futuro sin cáncer, futuro que vivirá al máximo. Aconseja a las demás personas que tienen cáncer a que "hagan más. Puede parecer difícil, pero no deben darse por vencidos. Es un recorrido largo, pero con apoyo, pueden lograrlo. Hagan lo que el médico les indique. Confíen en el personal médico. Saben bien lo que están haciendo". Sean positivos.

"El cáncer no es una sentencia de muerte. Es un cambio de vida".

 
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