Sonia Benavidez les agradece a tantas personas: sus hijos y su hija, que lograron motivarla; su madre, que estuvo con ella durante cada paso de la recuperación; la iglesia a la que concurre; el vecino, que le recordaba todos los días que no estaba sola; y Harris Health System, por la atención médica brindada.
La gratitud no fue siempre su principal característica. Cuando le diagnosticaron cáncer por primera vez, estaba deprimida y lloraba todos los días. No pensó que lo superaría.
Sonia primero se detectó un tumor cuando este tenía el tamaño de un grano de arroz. No le prestó demasiada atención, ya que pensaba que se trataba de una erupción cutánea o una picadura. Cuando el tumor comenzó a crecer, sus amigos de su país natal, El Salvador, le dijeron que quizás se debía a los productos químicos que usaba para teñir el cabello. Ella sabía que debería haber consultado con un médico, pero al no tener seguro de salud, no sabía adónde ir. Le realizaron una mamografía en The Rose y la derivaron a El Franco Lee Health Center.
En ese momento, el tumor de la mama derecha era del tamaño de una lima y estaba en estadio IV.
"Cada vez que escuchaba la palabra 'cáncer', lloraba", dice. En aquel momento, sus dos hijos eran adolescentes y su hija tenía 11 años de edad; su hija la necesitaba especialmente, por eso decidió confiar en Dios y comenzar con los tratamientos. Después de una segunda mamografía en la Smith Clinic, comenzó con quimioterapia en Ben Taub Hospital y se sometió a varios tratamientos de radiación y a una cirugía.
Se convirtió en una persona que incentiva a las demás. "Conozco a muchas personas que tienen cáncer y están deprimidas. Rezo con ellas y les recuerdo que encuentren la fe en Dios. Que tengan coraje. El tratamiento es duro, pero podemos superarlo. No deberíamos deprimirnos con el diagnóstico. La enfermedad es psicológica y física. Si creemos que podemos superarlo, así será".
Durante el tratamiento, Sonia se sintió respaldada por el equipo de Harris Health. Dice que los médicos y el personal de enfermería la trataron como si fuera de la familia, y agradece especialmente la asistencia financiera que hizo que su tratamiento fuera posible.
"Alentar a los demás me ayudó a sentirme más fuerte. Ahora tengo más coraje para enfrentar situaciones y me siento bendecida porque Dios me permitió vivir durante más tiempo".